Me diagnosticaron una enfermedad de hígado graso no alcohólico que impedía que mi cuerpo produjera magnesio, lo que me provocaba calambres musculares debilitantes en manos y piernas, hasta el punto de que no podía usar las manos ni andar. Después de una sesión nocturna, ya no tengo calambres y no necesito ningún suplemento de magnesio.